La ciudad amaneció en silencio, quieta, soleada y dispuesta a escuchar. Anoche, casi que no se duerme, sus pulsaciones fueron representadas por los fuegos artificiales, de todos los colores, que no dejaban de manifestarse en el horizonte. La ciudad se convirtió en espectáculo, en fiesta, en ritual. Y yo, mientras observo por la ventana a …
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